lunes, 28 de febrero de 2011

Quiero sentir que me tocas, quiero sudar tu sudor, respirar en tu boca. Quiero que tus labios recorran  mi cuerpo sin pudor, que me digan mentiras sobre el amor, que no importa nada mas que vos y yo. Seamos uno,

domingo, 27 de febrero de 2011

Ubertino

Guárdate de la meretriz de Babilonia, aunque se encarne en la más exquisita de las criaturas

¿Qué es el amor? Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechosa como el amor, pues éste penetra en el alma más que  cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más el corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de las armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas. Y creo que, sin la seducción de Margherita, Dulcino no se habría condenado, y que, sin la vida perversa y promiscua de la Pared Pelada, muchos no se habrían sentido atraídos por su rebelión. Y fíjate que no te digo estas cosas sólo del amor malo, del que, naturalmente, todos han de huir como de algo diabólico, sino también, y lleno de miedo, del amor bueno que se da entre Dios y el hombre, y entre éste y su prójimo. Porque a menudo sucede que dos o tres, hombres o mujeres, se amen bastante cordialmente, y sientan especial afecto unos por otros, y deseen vivir siempre juntos, y cada uno esté siempre dispuesto a hacer lo que el otro desee. Y te confieso que un sentimiento como éste fue el que abrigué por mujeres virtuosas como Angela y Chiara. Pues bien, también ese amor es bastante reprobable, aunque tenga un sentido espiritual y esté inspirado en Dios... Porque, si el alma, indefensa, se entrega al fuego del amor, a pesar de no ser éste carnal, también acaba cayendo, o bien agitándose en el desorden. Oh, el amor tiene efectos muy diversos; primero ablanda al alma, luego la enferma... Pero más tarde ésta siente el fuego verdadero del amor divino, y grita, y se deshace y crepita lamida por las llamas

Adso

Yo me senté en la iglesia, cerca de la puerta central, mientras se celebraban las misas. Así, devotamente me quedé dormido, y por mucho tiempo, porque, al parecer, los jóvenes necesitan dormir más que los viejos, quienes ya han dormido mucho y se disponen a hacerlo para toda la eternidad

miércoles, 16 de febrero de 2011

Paladar sádico; morbosa venganza. No es felicidad,sí satisfacción. Fantasía cumplida: karma. Soñado, pero falso. Ideal de un placer que el sufrimiento no completa. Me gustaría disfrutar tu dolor, y sin embargo me asusta, me genera rechazo, odio. Quiero odiarte, lastimarte, -repito- disfrutar esto; y en cambio, te quiero (y toda la gomada protectora que eso conlleva)

jueves, 10 de febrero de 2011

y en un instante cambiaba el mundo, y era el mundo el que cambiaba esos instantes, y cada mundo, cada instante, cada cambio fui yo y fue él, fuimos nosotros: instantes, cambios, mundo

miércoles, 9 de febrero de 2011

Aspiró el humo como si con él sustancialmente su alma volviera a su antigua fortaleza. Contuvo la respiración unos segundos, temerosa de que partícula por partícula volviera a escapar. Repitió la secuencia cuantas veces pudo, y poco a poco sintió cómo sus pies iban desprendiendose del suelo; cómo la gravedad empezaba a flaquear y a alivianarse a medida que sus labios se resquebrajaban. Miro sus manos;  esa firmeza sin peso, sin ninguna fuerza que opusiera resistencia a cualquiera de sus movimientos, eran manos y era aire.Era todo,  era ella

martes, 1 de febrero de 2011

Arrodillado, tenía sus manos abiertas a la espera de un milagro redentor. Las sostuvo en vilo horas enteras, sintiendo cómo algunas pocas monedas golpeaban sus palmas de vez en cuando, escuchando el sonido que hacían al chocar las unas con las otras. Alguien incluso había llegado a arrimarle un billete que lucía los años sin embarazo, le había sonreído por compromiso, sin siquiera atinar a mirarle el rostro para retener alguna facción. Daba igual, él no esperaba reconocimiento, él no esperaba aclamación; no esperaba nada, y sin embargo anhelaba todo. Las luces comenzaron a bajar y repentinamente decidió que ya no había qué esperar. No había habido señal alguna, el impulso lo tomo por sorpresa; simplemente cerró el puño, que abrazaba su ganancia, se paró y empezó a caminar. Se volteó un par de veces, como esperando haberse olvidado algo, quizás temeroso de que en su ausencia algo fantástico fuera a visitarlo; pero poco a poco fue desapareciendo en la oscuridad, hasta que de él no se vio más nada.