domingo, 10 de octubre de 2010

El  silencio y el olvido azotan a las desgarradas almas de una realidad histórica tan fuerte como corpórea.
No hay corazón que no tiemble cuando sus voces se alzan detras de las paredes.
No existe dios que amuralle la memoria, que logre encerrar esa mariposa escurridiza que busca la luz.
Podría, la concepción de la atroz idea, pero sus propias contradicciones y deslices- cada vez siendo más evidentes si transcurriesen los años en la dirección del progreso – la llevarían a la destrucción plena y absoluta
Si  fuere aquel idílico amor divino lo que amparase semejante denigración y destrucción humana, entonces me declaro ignorante de cualquier concepto relacionado con el amor en cualquiera de sus formas.
Por mil hogueras que hagan de libros, no podrán arrancar las páginas ensangrentadas llenas de dolor y de odio que cuentan esa historia tan Argentina

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