viernes, 5 de noviembre de 2010

 i  s  t  a  n  c  i  a . . .      Silencio  Nada
¿Qué ves? ¿Por qué no me ves? 

Alguna vez pensé en tu risa como vencedora del sol y rei a su compás. Alguna vez llamé a tu voz mi libertad y me deje llenar por ella. Alguna vez vi en tus ojos mi alma. Alguna vez soñe tus labios con deseo. Alguna vez sostuve tus manos con fuerza y estuve segura de que nunca me soltarían. Y entonces tuve miedo. Miedo de que tu risa ya no fuera tu risa, ni fuera la tuya esa voz, ni esos ojos, ni tuyas esas manos, ni tuyos esos labios. De que solo fueras un hombre.
El tiempo le dio parcialmente la razón a mis miedos y dejaste de ser inmortal, pero no estuviste muerto.
Ya no río con tu risa, ni hago caso a tu voz. No miro directamente en tus ojos, ni pienso en tus labios. Ya acostumbre mis manos a sostenerse solas. Ya no tengo miedo. Me acuerdo de aquel pero ya no existe este. Solo una sombra abandonada vagando entre calles tristes del ayer.

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